Euskal Erbesteen Kultura – La Cultura de los Exilios Vascos

Francisco Javier Landaburu Fernández » Biografías

Hamaika Bide parte en sus trabajos de unos planteamientos al margen de partidos políticos o de encasillamientos ideológicos. De esta manera aborda el estudio de exiliados y exiliadas de cualquier condición o posicionamiento político entendiendo que todos ellos han realizado una aportación valiosa a la cultura del pueblo vasco. Por lo tanto en esta sección se irán intergrando biografías de personalidades vascas sin más nexo entre sí que el haber compartido un destino común: el exilio.

Landaburu Fernández, Francisco Javier

Fotografía de Francisco Javier Landaburu Fernández
(Vitoria, 1907 – París, 1963)

Estudios: Derecho.
Profesión preferente: abogado, político.
Actividades culturales: escritor, abogado, periodista.
Exilio:
Lugares y fechas:

Francia: 1937-1963.

En la historia del nacionalismo alavés y en la del Partido Nacionalista Vasco de esta provincia destaca la trayectoria profesional y política de F.J. Landaburu (1907 – 1963), abogado (antes de la mayoría de edad); orador y escritor elocuente; secretario de la Cámara de Comercio de Álava y Diputado a Cortes por esa provincia en el Parlamento de Madrid durante la II República Española desde las elecciones generales de noviembre de 1933; miembro del «Euskadi Buru Batzar»; miembro de la Unión de la Democracia Cristiana Europea (en representación del PNV); consejero y vicepresidente del Gobierno Vasco; colaborador de la UNESCO, y miembro de la «Ligue Internationale des Amis des Basques». En el aspecto personal, se mostraba como hombre inteligente de arraigadas convicciones cristianas y políticas; persona dotada de una personalidad vigorosa pero con gran capacidad para el diálogo; patriota vasco antifranquista; humanista solidario y cordial; ponderado en sus juicios, mesurado en las palabras y cortés en el trato con la gente.

Francisco Javier Landaburu y Fdez. de Betoño nació el 5 de setiembre de 1907 en Vitoria y falleció el 6 de mayo de 1963 (a los 55 años de edad) en París. Cursó el bachillerato en el «Colegio de Sta. María» de los Hermanos Maristas de Vitoria, licenciándose en Derecho en la Universidad de Valladolid. En su adolescencia conoció al vergarés Luis de Eleizalde (1878-1923) (profesor de matemáticas en el Instituto de la capital alavesa; uno de los cuatro miembros fundadores de Euskaltzaindia en 1919; fiel discípulo del nacionalismo de Sabino Arana Goiri, y defensor ferviente del euskera y de su unificación). La semilla nacionalista sembrada por este ilustre vergarés en Vitoria dio, más tarde, sus frutos, como es el caso de F.J. Landaburu quien reconoce que «Eleizalde dio forma e imprimió carácter al nacionalismo vasco en Araba» (Alderdi, 1950, nº 44:13).

En 1926 el joven Landaburu comienza a escribir con pluma ágil en el Heraldo Alavés su primer artículo, «El Padre Vitoria era de Vitoria». Por esas fechas escribía también en Vida Vasca, Euskal Esnalea, Euskalerriaren Alde, y más tarde en BIAEV, Eusko Gaztedi, Euzko-Deya (París) y, sobre todo, en la revista Alderdi, órgano del PNV. El tema del «Padre Vitoria» será recurrente en él y, en ocasiones, polémico, defendiendo siempre el origen vitoriano del ilustre dominico, padre del Derecho Internacional. F.J. Landaburu se mostró siempre como vasco-alavés y ferviente vitoriano. Años más tarde, durante el prolongado y duro exilio parisino, evocará con nostalgia y cariño los gratos recuerdos de su juventud: la festividad de San Prudencio, la retreta, la Misa de Armentia del 28 de abril, los amigos (algunos de ellos fusilados por las tropas sublevadas del general Franco): «Once años viviendo en tierra extranjera más caritativa que la nuestra desde que fue abonada con estiércol totalitario después de ser roturada con las bayonetas del rencor» (Obras Completas, vol. I:52). En 1927 tomó parte muy activa como secretario del «Grupo Baraibar», dedicado al fomento del euskera en Vitoria, así como también, en la «Sociedad de Estudios Vascos», colaborando en la preparación del proyecto del «Estatuto de Autonomía de Euzkadi».

El Alzamiento militar franquista del 18 de julio de 1936 le sorprendió en su ciudad natal. Poco después, es detenido dos veces y puesto en libertad. Ante la sospecha fundada de una tercera detención y del riesgo de ser fusilado, permanece escondido desde agosto de 1936 durante trece meses «emparedado» en su domicilio. Finalmente, en setiembre de 1937, logra atravesar la frontera por el Pirineo navarro y se establece provisionalmente en San Juan de Luz, trasladándose más tarde a París donde residirá durante el resto de su vida. Además, contrae matrimonio con la guipuzcoana Kostantiñe Illarramendi con la que tendrá siete hijos.

En 1938, el PNV le nombró delegado del Gobierno Vasco en la «Liga Internacional de los Amigos de los Vascos», fundada el 16 de diciembre de ese año, y presidida por el Cardenal Verdier. Por su nuevo cargo se relacionaba con importantes personalidades eclesiásticas, intelectuales y políticas como el mencionado arzobispo de París; el obispo de Dax, Mons. Mathieu; Angelo Roncalli, Nuncio del Vaticano en París, que en 1958 sería elegido Papa; J. Maritain, embajador de la República Francesa ante el Vaticano; los escritores F. Mauriac y G. Bernanos; políticos franceses, belgas, italianos, alemanes, etc., como E. Herriot, G. Bidault, M. Schuman, P.H. Spaak, A. de Gasperi, L. Sturzo, K. Adenauer (a la sazón alcalde de Colonia y más tarde Canciller alemán).

En 1940, al ser ocupada París por los nazis, fue confinado a La Rochelle, de donde consiguió huir de la Gestapo y volver a la capital francesa. Aquí toma parte activa en la resistencia francesa en favor de los aliados, a la vez que colabora intensamente en la frágil Delegación del Gobierno Vasco, situada en la Avenue Marceau. En 1951 esta delegación será clausurada por las autoridades francesas presionadas por el Gobierno de Franco. El joven político se convierte en voz y brazo derecho del Lehendakari Aguirre en las tareas internacionales mostrándose siempre como fiel amigo y leal colaborador. Según Uzturre: «era el colaborador seguramente más íntimo del Lehendakari Aguirre en los años del exilio». La huella marcada por el vizcaíno sobre el alavés será muy profunda, a la vista de sus declaraciones: «No creo que haya habido hombre que haya influido más en mi razonar y en mis sentimientos […] Aguirre era para muchos de nosotros la encarnación de un ideal, la representación tangible de una aspiración, la nación hecha hombre, la patria soñada que resucita y se hace realidad». (O.C. Vol V:19).

El abogado vitoriano se distinguió además como un intelectual de vasta cultura. En 1948 participó en el Congreso de Estudios Vascos celebrado en Biarritz en el que tomaron parte insignes profesores vascos diseminados por varios países del mundo. F.J. Landaburu es nombrado director de la sección de Derecho vasco y pronuncia una conferencia sobre Fray Francisco de Vitoria. Más tarde, en 1956 fue nombrado presidente de la sección de cultura del I Congreso Mundial Vasco celebrado en París. Da una interesante conferencia sobre la importancia de la cultura vasca en la que resalta el euskera, lengua que estudió con ahínco sin dominarlo como lenguaje hablado: «De todos esos problemas, en la cultura vasca hay uno que tiene primacía, hay uno que tiene carácter urgente, urgentísimo, y es el problema de la lengua». (O.C. Vol. V:15).

En su producción escrita conviene resaltar (además de innumerables artículos recogidos en cinco extensos tomos) la publicación del libro La Causa del Pueblo Vasco (1956), dedicado especialmente a la juventud vasca. La dedicatoria es muy significativa: «En recuerdo de todos los vascos muertos durante la guerra fratricida causada por la sublevación de 1936 […]». Este libro es una especie de alegato contra el franquismo y la burda calumnia pronunciada por este general en el discurso del primer aniversario del golpe militar (18-VII-1937): «Los que destruyeron Guernica no tienen derecho a hablar de patria». La Causa del Pueblo Vasco es, en general, un análisis de las características nacionales de Euskadi; raza, lengua, cultura, historia, economía, etc. De forma más detallada, abarca diversos temas como la vida vasca en el s. XIX, las secuelas ocasionadas por la carencia de la universidad vasca; la importancia de S. Arana Goiri en el Renacimiento Vasco; la historia del proyecto del Estatuto Vasco; el ser o no ser de los vascos en el futuro, etc..

Al fallecer el Lehendakari Aguirre el 22 de marzo de 1960 en París, F.J. Landarubu fue nombrado consejero y vicepresidente del «Gobierno Vasco de Euzkadi». Su figura cobró entonces más relieve dentro del nacionalismo convirtiéndose en uno de los ideólogos más destacados. Cercano al pensamiento personalista (la persona como fin en sí misma) y cristiano del filósofo francés Emmanuel Mounier (1905-1950), pero también permeable a la influencia del amable socialismo del judío León Blum (1872-1950), F.J. Landaburu fue un ferviente defensor de la naciente Democracia Cristiana y de una Europa federal de naciones donde Euskadi se ubicaría en un futuro. Participó en los «Nuevos Equipos Internacionales de la Democracia Cristiana», tanto en la «Unión Europea de Federalistas» como en la «Unión Federalista de Comunidades Étnicas». «Del estudio de nuestras características colectivas se deduce que tal vez no seamos más que nadie, pero, como pueblo, somos tanto como cualquiera». (O.C. Vol. V:126). Su nacionalismo se enraiza en la doctrina del «maestro de Abando»; «Sabino de Arana fue el descubridor de Euskadi […] El vasco ha salido del marco de la tarjeta postal para turistas» (O.C. vol. II:270-271). Sin embargo, a pesar del origen sabiniano de su pensamiento político, como demócrata y republicano, F.J. Landaburu aboga por un nacionalismo abierto al mundo y a una Euskadi solidaria: «[…] sería nuestro mayor error el querer construir una patria vasca sólo para los nacionalistas». (Alderdi, Dic. 1950, n 45). Además, lejos de la Europa exclusivamente «economista» que algunos políticos pretendían construir, él abogaba por una Europa de naciones, incluidas las naciones minoritarias: «Si sólo fuera por eso, apenas valdría la pena de crearla […] no ese super-Estado que administra carbón, acero y bayonetas […]». (O.C. Vol. III:78).

No quisiera finalizar esta somera descripción de la persona y actividades de F.J. Landaburu sin hacer una alusión a sus actividades como viajero-periodista y conferenciante. El que jamás había traspasado el espacio geográfico comprendido entre París y Toledo, se vio obligado, por sus compromisos políticos y culturales, a viajar desde la Pampa argentina hasta la India. Acompañado de su buen amigo, el canónigo marquinés D. Alberto Onaindia («Padre Olaso»), visitó en 1955 los centros vascos de Montevideo, Buenos Aires y Caracas. Más tarde, como vicepresidente de Euskadi, estos viajes abarcarían México y otros países latinoamericanos. Como miembro auxiliar de la UNESCO llegó también a N. Delhi y a las estribaciones del Himalaya. Como se puede comprobar en la conferencia impartida en «Euskaltzaleen Biltzarra», titulada «Del Himalaya a la Pampa, itinerarios de un vasco exiliado», F.J. Landaburu (además de visitar casi todos los países de Europa) supo describir en ese extenso artículo las características diversas de esas naciones, en un estilo preciso, claro y elegante de un periodista consumado.

Sin embargo, este viajero obstinado jamás llegó a realizar su periplo más ansiado: la vuelta del destierro a Euskal Herria. Como tantos otros vascos, murió en Francia, sin poder volver a su querida Vitoria: «Me tienta la visita a muchos lugares del mundo […], pero hay un viaje que me tienta más que otros, un viaje que casi todos vosotros podeis hacer y yo no, el viaje al único país de la tierra que me está prohibido, a esa Euzkadi peninsular tan próxima y tan lejana, tan mía y tan poco mía desde hace más de veinte años […]. Que sea cuanto antes.» (O.C. Vol. V:65). Desgraciadamente esos anhelos, como los de J.A. Aguirre (que año tras año soñaba con la vuelta a casa «a comer el turrón por Navidad») quedaron sin cumplirse. Una grave enfermedad diagnosticada el 14 de abril (precisamente el día de «Aberri Eguna» y del aniversario de la proclamación dela II República) truncó el 6 de mayo de 1963, en una clínica de París, la vida de uno de los nacionalistas vascos más relevantes del s. XX. Aunque fue inhumado en el cementerio de San Juan de Luz, más tarde sus restos mortales fueron trasladados a Vitoria.

G. A. Tx.
OBRA

La Causa del Pueblo Vasco (3 ed). Bilbao, Ed. Geu, 1977.

Obras Completas de F. Javier de Landaburu. 5 vol. Bilbao. Idatz Ereintza, 1980-85.

BIBLIOGRAFÍA

De Pablo, S. «El nacionalismo en Alava», en Los Nacionalistas. Fundación Sancho el Sabio. Vitoria-Gasteiz, 1995, pp. 309-341.

Irujo, M. «Prólogo», en La Causa del Pueblo Vasco. Bilbao. Ed. Geu, 1977: 5-12.

Martínez Salazar, A. 100 Alaveses. Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, Gasteiz, 1999: 77-78.

Leizaola, J.M. «Prólogo», en Escritos en Alderdi 1949-1962. Ed. PNV, 1980: 7-10.

Uzturre. «Francisco Xabier de Landaburu, 50 años después», en Deia 9-V-1983: 16.

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