Euskal Erbesteen Kultura – La Cultura de los Exilios Vascos

Andima Ibinagabeitia Idoyaga » Biografiak

Gure elkartea, Hamaika Bide, hasiera-hasieratik ideologia eta alderdien gaineko ikuspuntua aurrera eramatea. Errespetotik beti saiatu gara gure erbesteratuen biografiak eta lanak objektiboki aztertzen. Denboraren perspektibaz guztiek egin dituzte gure herriko kulturaren aldeko aportazioak, txikiak edo handiak, baina guztiak aztertzeko modukoak. Sail honetan erbesteratuen biografiak sailkatuko ditugu; guztien arteko lotura amankomuna, batzutan bakarra: erbestea.

Ibinagabeitia Idoyaga, Andima

Photo of Andima Ibinagabeitia Idoyaga
(Elantxobe, Bizkaia, 1906 – Caracas, 1967)

Estudios: Humanidades, Filosofía, Teología.
Profesión preferente: profesor, escritor.
Actividades culturales: político, profesor, redactor.

Lugares y fechas del exilio:
1.- Francia; 1947-1954.
2.- Guatemala: 1954-1956.
3.- Venezuela: 1956-1967.

Este escritor vizcaíno fue un político comprometido, defensor de la cultura vasca (especialmente de su lengua y literatura) tanto en el “Pizkunde” o Renacimiento de la Preguerra Civil (impulsado por Aitzol), como en la Posguerra en los años de la clandestinidad (1943-1947) y exilio (1947-1967) durante la larga dictadura franquista. Fue un patriota vasco antifranquista en lucha permanente contra el fascismo, y en favor de una Euskadi libre e independiente, con el euskera como lengua oficial, tal como soñó el “Maestro de Abando”, Sabino de Arana Goiri (1865-1903). Tras la consecución de estos objetivos consagró A. Ibinagabeitia su vida de soltero en pro del Gobierno Vasco y de los Aliados en la década de los 40, y de la cultura vasca durante las dos décadas siguientes (1947-1967). En el aspecto personal resalta su espíritu crítico a pesar de su larga formación en colegios y conventos jesuíticos. Fue una persona de talante abierto y liberal pero de ideas muy nacionalistas. Generalmente se nos muestra como un hombre pragmático y realista, aunque, en ocasiones aparece como un soñador utópico que cree firmemente que lo que hoy es imposible de conseguir, mañana puede ser alcanzable. Su ideario político, la pasión por el euskera y la laboriosidad se reflejan en sus escritos: varios libros y unos 120 artículos diseminados en revistas como Alderdi, BIAEV, Egan, Euzkadi, Eusko Deya (París), Euzko-Gogoa, Euzko Gaztedi, Gernika, Jesus’en Biotzaren Deya, Karmel, Olerti y Zeruko Argia. Además fue fundador de dos revistas en Caracas: Irrintzi y Eman, y el colaborador más eficaz de J. Zaitegi en la singular revista Euzko-Gogoa de Guatemala. Fue nombrado académico correspondiente de Euskaltzaindia.

Andima Ibinagabeitia nació en Elantxobe (Bizkaia) el 27 de enero de 1906. El vago recuerdo de su padre Galo (amigo de Sabino Arana) fallecido cuando Andima tenía sólo tres años, condicionó en gran medida la trayectoria política de éste. Comienza la instrucción primaria en la escuela de su pueblo (en la que Galo ejerció de maestro ocasional supliendo al titular), y, con once años pasa al colegio jesuítico de Tudela para hacer el bachillerato. Más tarde, cursa los estudios de Humanidades, Filosofía y Teología respectivamente en Loyola (1921-1927), Oña (Burgos, 1927-1929) y Marneffe (Bélgica, 1932-1935). La estancia en Loyola en compañía de un numeroso grupo de amigos (en el que figuran J. Zaitegi, Esteban Urkiaga, “Lauaxeta”, Plácido Muxika, etc) y la lectura del libro Ami Vasco del capuchino navarro Fray Evangelista de Ibero (1873-1909) influirán también en el ideario nacionalista del joven A. Ibinagabeitia. En 1929 este grupo se disuelve y el estudiante de Elantxobe es enviado como “maestrillo” a Colombia, primero a Bogotá (1929-1930) y posteriormente a Bucaramanga (1930-1933). En esta ciudad se hace cargo del Museo de Historia Natural e investiga en el mundo de la botánica cuyos resultados publicará en 1951 en Euzko-Gogoa bajo el título “Landareetaz atsapenak” (Preliminares sobre las plantas). Debido a la expulsión de los jesuitas en la II República Española, A. Ibinagabeitia no puede volver a Euskal Herria y parte en 1933 para Marneffe (Bélgica) donde acaba el teologado. En abril de 1935, en vísperas de su ordenación sacerdotal, decide abandonar la Compañía de Jesús y retornar al País Vasco.

Poco después es contratado como oficinista en la fábrica de explosivos de Galdakao (Bizkaia) y es destinado a Trafaria (Portugal) donde le sorprende la Guerra Civil Española (1936-1939). En 1943, a instancias del lehendakari Aguirre, vuelve al País Vasco donde colabora como espía en los servicios secretos del Gobierno Vasco en favor de los Aliados, especialmente de los estadounidenses. Durante cuatro años, el espía “Gorka” dio muchas pruebas de su habilidad, valentía y atrevimiento, pero, en 1947 (debido probablemente a una denuncia de los comunistas) se vio obligado a huir a Francia porque la policía española le pisaba los talones en Bilbao. La estancia parisina de siete años le fue provechosa tanto política como culturalmente, pues tomó contacto con miembros de la Delegación del Gobierno Vasco prestando algunos servicios al lehendakariAguirre. Por otra parte, imparte clases de euskera al que más tarde sería afamado poeta, Jon Mirande, y a los hermanos Peillen (Robert y Txomin, posteriormente escritor y académico de Euskaltzaindia). En 1951 la situación política internacional cambia drásticamente. Debido a la guerra fría, los americanos exigen varias bases militares en España a cambio del levantamiento del bloqueo económico al que ha estado sometida en la década anterior. A su vez, el régimen franquista presiona a los gobernantes franceses quienes expulsan a los miembros de la Delegación del Gobierno Vasco de su sede situada en la Avenida Marceau de París. A. Ibinagabeitia medita entonces sobre su futuro y tras consultar con J. A. Aguirre decide marchar más tarde a Guatemala para colaborar en favor del euskera en la redacción de la revista Euzko-Gogoa en la que ya había publicado más de 50 artículos entre 1950 y 1954. Finalmente, en 1954 abandona para siempre París y sale rumbo a Guatemala donde enseñará latín en el “Liceo Landibar”, además de colaborar estrechamente en esa revista de J. Zaitegi.

En los mencionados escritos y, sobre todo, en su epistolario, se manifiesta la mente clara, el corazón apasionado, el espíritu inconformista, el amor a su patria vasca y al euskera, y la prosa elegante de este autor. La pasión por la lengua vasca fue como una especie de obsesión en su vida. Como él mismo confiesa, “Algunos sabios de habla castellana dirán que nos hemos vuelto locos con el euskera. He de decir que sí, y estamos perdidos si el vascuence no es capaz de enloquecer a todos los nacionalistas vascos”. Para A. Ibinagabeitia, los peores enemigos del euskera eran los nacionalistas de su propio partido, especialmente los burgueses del PNV que se conformaban con ensalzar la antigüedad, singularidad y belleza de la lengua vasca, y condenar la opresión franquista contra ella, pero se valían exclusivamente de la lengua castellana para la praxis cotidiana. En su opinión: “Un nacionalismo vasco sin euskera es un nacionalismo a medias […] ¿Para qué querríamos una Euskadi sin euskera? […] Sería como un cadáver”. Ni siquiera la revista Alderdi (órgano de su partido en el que publicó 26 artículos en la década 1951-9161) se salvará de su acerada crítica. Más aún, en el ocaso de su vida, a pesar de los requerimientos de sus dos buenos amigos (J. Zaitegi y N. Etxaniz) para continuar colaborando con Alderdi, se negará a ello porque casi todo lo que se publicaba en ella estaba escrito en la lengua de Cervantes, del que, por otra parte, era profundo admirador.

En febrero de 1956, después de finiquitar el cierre de Euzko-Gogoa en Guatemala y rendir cuentas exactas a J. Zaitegi que se hallaba en el País Vasco, A. Ibinagabeitia llega a Caracas. En un principio, la soledad y dureza del exilio se ven mitigadas por la convivencia con los amigos del Centro Vasco: M. Ugalde, V. Amezaga, Toribio Etxeberria, Jon Urresti, “Kirru”, etc. Pero pronto, a medida que pasan los años, crecen también las dificultades: la soledad, el cansancio, la incomunicación, la nostalgia y la desesperanza de un posible retorno a Euskal Herria, los problemas laborales en la redacción de sus dos revistas, los achaques físicos y, muy particularmente, el bajo nivel euskérico que detecta en “Euskal Etxea” donde los vascos se expresan mayoritariamente en castellano. Por ello, durante tres años (1956-1959) apenas aparece por dicho centro. Sin embargo, en 1959, ante la apertura de curso de una nueva ikastola donde podrá impartir clases de euskera y el puesto de secretario de la Comisión de Cultura que se le ofrece, decide cambiar de actitud y tomar parte muy activa en dicho centro.

En el otoño de su vida, los largos años de exilio americano van deteriorando la salud y la entereza de aquel espíritu indomable. La lejanía de la familia y de la patria acrecientan la soledad y la nostalgia. Siquiera, durante los siete años de exilio parisino podría visitar a los familiares en la frontera o verlos en París. Pero ahora, nada de esto es posible. En una carta dirigida a K. Mitxelena le confiesa: “Atzerriko lorra geroago ta astunago gertazen zait” (la carga del exilio me resulta cada día más pesada). Por ello, intenta volver al País Vasco y hace las gestiones previas para ello. Sin embargo, ante las malas noticias que recibe sobre un amigo vasco que había intentado cruzar la frontera en Irún y fue encarcelado en Martutene (Gipuzkoa), desiste en el intento por temor a la represión franquista: “ni arrapatuko banindukete, txiki txiki egingo nindukete” (si me detuvieran me harían trizas). A. Ibinagabeitia falleció en Caracas a la edad de 61 años, el 2 de noviembre de 1967, festividad de los Difuntos. Con su muerte desapareció otro vasco ejemplar que engrosa las listas de exiliados fallecidos en América.

OBRA

Ibinagabeitia, A. y Onaindia, S. Bergiliren Idazlanak Osorik. Bilbao, 1966.

Ibinagabeitia, A. Euskera Irudibidez (Nuevo Método de euskera básico). París, 1953.

Ibinagabeitia, A. Euskal-ikasbide Erreza. Zarautz, 1961.

BIBLIOGRAFÍA

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Aulestia, G. “Cinco defensores del euskara en el exilio” en La Cultura del exilio vasco. Ed. J.A. Ascunce y M.L. San Miguel. Donostia, 1994: 155-197.

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Mirande, J. Jon Miranderen Gutunak (1948-1972). Ed. P. Urkizu. Donostia, Susa, 1995.

Sudupe, P. Andimaren Idazlan hautatuak. Donostia. Elkarlanean, 1999.

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Sudupe, P. Andima Ibiñagabeitia. Erbestetik barne-minez. Gutunak (1935-1967). Ed. P. Urkizu. Donostia, Susa. 2000.

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