Justo Garate, un médico en el exilio
La figura del médico Justo Garate (Bergara, 1900-Mendoza, 1994) es, sin duda, una de las más destacadas del exilio vasco. Este trabajo recapitula la trayectoria vital de Justo Garate, centrándose en sus actividades en el campo de la medicina, desde sus años formativos y de primeros pasos profesionales con anterioridad a la Guerra Civil Española, hasta su asentamiento profesional en la diáspora argentina, con particular atención a su actividad traductora.
La vida de Garate, como la de tantos otros médicos y científicos de su generación, se quebró con el estallido de la Guerra Civil, pero él afortunadamente fue capaz de integrarse pronto y plenamente en Argentina hasta convertirla en una “segunda patria”, donde prosiguió hasta el final de sus días una fecunda carrera profesional, interrumpida por la tragedia de la guerra. Su actitud ante el exilio contrasta con la de una mayoría de “expatriados de la comunidad vasca” para quienes “la diáspora fue un estigma de muy difícil superación”. Para Garate, en cambio, la despedida de su tierra y gentes fue “una realidad dolorosa asumida sin traumas” que, sin impedirle renovar el compromiso de lealtad y entrega contraído con su país de origen, le proyectó hacia nuevos horizontes intelectuales y profesionales.
La naturaleza y talante de su obra científica y cultural está en plena consonancia con esta actitud. En efecto, Garate se alejó de un testimonialismo resistencialista, muy frecuente entre los intelectuales refugiados, y reafirmó su vinculación a los valores culturales del internacionalismo científico y del cosmopolitismo, firmemente arraigados en su personalidad, en no escasa medida a resultas tanto de su curiosidad intelectual y poliglotía como de su dilatada y sólida formación médica postgraduada en varios países europeos, singularmente Alemania, durante los años 20.
Las notables traducciones que Garate preparó durante las décadas de 1940 y 1950 para editoriales argentinas tan emblemáticas como Espasa-Calpe y Losada, sin duda, le permitieron no solo dar salida a su sensibilidad intelectual y pasión por las lenguas, sino también aliviar su presumiblemente precaria economía e, incluso, visibilizar su perfil científico en el ámbito iberoamericano; lo que le salvaría del olvido y, a la postre, le serviría de carta de presentación en su carrera profesional ulterior. Esta actividad traductora en torno a temas histórico-científicos y humanísticos por los que sentía tanta estima, me lleva también a preguntarme en qué medida su conocimiento experto y preferencias por determinados temas, autores y obras, pudieron influir en las elecciones de los títulos que estas editoriales decidieron traducir y publicar entonces.
Jon Arrizabalaga
(IMF-CSIC, Barcelona)
Justo Garate con su esposa, Telesforo Monzón y José Múgica en San Juan de Luz (Lapurdi).
«Medicina, historia y traducción en la obra de Justo Garate, exilado vasco en Argentina» artículo completo:
Justo Garate por Jon Arrizabalaga